lunes, 7 de noviembre de 2011

El paso del tiempo (6a entrada final)

Hace más de dos años que no tengo noticias de mi familia. Desde el momento en que tomé la decisión de defender  la libertad, cada día que pasa; cada hora y cada instante se han convertido en una constante lucha por la supervivencia. A estas alturas de la situación y por el desarrollo que ha tenido esta dictadura; todo establecimiento comercial, restaurantes y cualquier lugar público al igual que las empresas cuentan con terminales de chequeo en las cuales todas las personas que deseen ingresar deben presentar la credencial que acredita su registro en el padrón que fue creado por  el Gobierno.

Con todas estas medidas de seguridad nosotros, los “rebeldes”, tenemos accesos muy limitados. No podemos conseguir comida tan fácil; ni tampoco artículos de primera necesidad sin los cuales sobrevivir es casi imposible. Confiamos en que algún día todo esto valdrá la pena y recuperaremos el país que tuvimos antes de esta ley tan absurda. Junto con estos problemas, las persecuciones de las autoridades y de los grupos civiles formados originalmente como comités de vigilancia, ahora parecen caza recompensas, son con lo que hay que lidiar día tras día, y movernos constantemente nos facilita las cosas, o al menos nos permite ganar unos meses más de vida y libertad. Siempre y cuando encontremos que comer.

Varias veces para obtener comida saqueamos tiendas, sé que no es correcto y jamás imagine verme en una situación así pero he de admitir que terminas por acostumbrarte a ello. Nuestras acciones tampoco pueden pasar sin consecuencias. Ahora en cada calle que pasamos podemos ver nuestros rostros en carteles, los cuales restan credibilidad y fuerza a nuestro movimiento. El Gobierno y todo su séquito son más astutos de lo que esperábamos. Cada cosa que hacemos tiene consecuencias negativas. Ellos han logrado degradarnos ante la sociedad de tal forma que la mayoría de los seguidores que teníamos han cambiado de bando. Nos están cortando los medios para subsistir. Nos obligan a actuar de manera visceral, por instinto de supervivencia y esos actos nos debilitan ante los ojos de todos. Ya no nos miran como gente de principios sino que somos incivilizados.

Nunca pensé que ir a "la izquierda de la Tierra" fuera tan complicado. Si no hacemos algo para alimentar nuestra fuerza pronto caeremos. De la misma forma que en el 2010 cayó el intento de revolución y que trajo consigo leyes más estrictas para controlarnos, este nuevo fracaso traerá más cambios y no serán favorables; al menos no para nosotros.

Se necesita más que una lucha para cambiar nuestra vida: “Una nueva revolución… pero de las conciencias”.
  

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